jueves, 12 de marzo de 2009

Investigación: Frustración y fracaso: un lazo que nunca se corta.

En una sociedad como en la que vivimos hoy, que estimula el competir como modo de vida, el hecho que califiquen a alguien como un “fracasado o perdedor” puede ser fatal. Ni la familia, ni la escuela, ni mucho menos los medios de comunicación, no han educado para asumir derrotas y digerir fracasos sin tener como resultado frustraciones, que terminen afectando gravemente el bienestar personal.
El fracaso se define como: ruptura– frustrarse un proyecto o pretensión- tener resultado contrario a algo planificado y la frustración como: un sentimiento desagradable en virtud del cual las expectativas del sujeto no se ven satisfechas al no poder conseguir lo pretendido. Como fenómeno psicológico, puede identificarse el sentimiento de frustración como un síndrome que ofrece síntomas diversos que, sin embargo rondan una categoría general: la desintegración emocional del individuo
Los científicos e investigadores, contemplan al error como algo inevitable, y hasta valioso para poder avanzar, aprender y hasta volverse adulto. Pero la sociedad y cada individuo en particular sigue sin aceptar el fracaso.
Esta relación de fracaso y frustración, puede desarrollarse en cualquier ámbito: ya sea en la escuela, el trabajo, al salir a caminar, el un club que se frecuente, etc. Por ejemplo: cuando la persona ve algo que le gusta y no lo pude comprar. El solo hecho de ver algún proyecto roto o no concretado puede generar una frustración.
No todas las frustraciones son conscientes; muchas de ellas, especialmente las que tuvieron lugar en la infancia, son reprimidas y permanecen inconscientes. Cuando estas frustraciones implican una intensa descarga emocional pueden convertirse en causa de neurosis, o por lo menos en factor que desencadene la misma. Cuando la frustración se plantea en el plano consciente, normalmente es aceptada y no constituye un elemento que distorsione la personalidad.
También nos podemos preguntar como se genera la sensación de fracaso. Tal vez la clave reside en la distancia que hay entre el “yo” y el “ideal del yo”, la persona es una cosa, pero tiene el ideal de ser otra cosa. Esto genera desilusiones ya que no se consigue lo que se creía tener al alcance. Existen dos tipos de personas con una acusada tendencia a sentirse fracasadas: por un lado están los que creen que nada de lo que obtienen es importante y casi todo lo que hacen les parece una derrota, son los perdedores natos. Y los otros “eternamente fracasados” son los perfeccionistas viven con la amargura de que su vida es una permanente obra inacabada, un cúmulo de imperfecciones, impropio de quien aspira a hacerlo todo perfecto.
Por otra parte, la persona frustrada siente la necesidad imperiosa de superar su frustración, por lo cual, de una forma ambivalente, se siente atraída y angustiada ante la temática frustrante.
Se encuentra fijada a su frustración porque desea superarla.
este lazo irrompible ha estado, esta y estará siempre en nuestra sociedad, es un lazo que solo cada individuo tiene el poder para quebrarlo, solo se cortara cuando se asuma el error y en vez de dar lugar a la frustración se tenga la voluntad de planificar empezar de nuevo sin tener miedo a nada.
Articulo hacho para una investigación académica. No nos quedemos en lo científico.
RECAPACITEMOS!!!:
Sabemos que tenemos un Dios grande y podemos superar todos los obstáculos que se nos interpongan en nuestro camino. Todos cometemos errores, todos tenemos algún proyecto no realizado o que no salió como nosotros quisimos pero Dios hace las cosas mucho más grande de lo que uno piensa, si no salió algo como querías es porque Dios tiene algo mucho más grande. No seamos como esta Sociedad vacía. En aquellos que buscan a Dios Todo es diferente. Solo necesitas creer y entregarte.
“La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera…” (Hag. 2,9)

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